martes, 23 de marzo de 2010

Que tu viaje sea largo

En el canto XI de la Odisea, Ulises desciende al Hades para consultar a Tiresias sobre su regreso a la isla de Itaca.

Es que el viaje se le estaba complicando...Ya desde la partida, Ulises tuvo que enfrentar la furia de su enemigo Poseidón, quien le hundió la nave. En la isla de los Cíclopes, Polifemo se desayunó una parte de su tripulación, en la isla de los Lestrigones los caníbales le devoraron la otra. Y en una tercera isla (quizás la más aterradora), la de los Lotófagos, los navegantes se alimentaron de lotos que provocaban la pérdida total de la memoria, olvidando el regreso a la patria.

Ulysses Everett Mc Gill guiando a su "tripulación" de regreso, en O Brother where art thou? (2000, Ethan y Joel Coen)

Ulises también había conocido en su viaje a la princesa Nausicaa, quien le había dado muy oportunos consejos, y a la hechicera Circe, que se enamoró de él y le dio la clave para sortear el peligroso canto de las sirenas: taparle los oídos con cera a la tripulación, o atarse al mástil (ésto último en el caso de Ulises, que quería oír a las sirenas pese a todo... ). No todas las aventuras eran catástrofes, pero es evidente que en algún momento Ulises comenzó a sentir que la meta era cada vez más lejana, y a sospechar que el regreso feliz a Itaca tal vez fuera imposible.

Ulises atado al mástil resistiendo el canto de las sirenas, en una vasija del siglo V a.C.

Tiresias le prodigó sus consejos, le advirtió sobre nuevos peligros y profetizó el regreso. Nos gusta imaginar que Tiresias también le insinuó a Ulises lo mismo que Constantino Kavafis escribió más de dos mil quinientos años después:

Cuando salgas para Itaca
que tu viaje sea largo,
lleno de aventura, lleno de descubrimiento,
A Lestrigones y Cíclopes,
al furioso Poseidón, no les tengas miedo,
nunca los vas a encontrar en tu camino
si tu pensamiento es elevado, si una especial
emoción toca tu espíritu y tu cuerpo.
Lestrigones y Cíclopes,
el salvaje Poseidón, no vas a encontrarlos
a menos que ya estén en tu alma,
a menos que tu alma te los ponga delante.

Que tu viaje sea largo,
que haya muchas mañanas de verano, en las que,
con qué placer y con qué alegría,
entres en puertos nunca vistos antes.
Que pases por los mercados fenicios
y compres cosas bellas:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes de toda clase,
que visites diversas ciudades egipcias,
para aprender y aprender de sus maestros.

No te olvides nunca de Itaca:
llegar a ella es tu último destino,
pero no te apures en tu viaje,
es mejor que se alargue por años,
y que seas viejo para cuando amarres en la isla,
enriquecido con todo lo que ganaste en el camino,
sin esperar riquezas de Itaca.

Itaca es quien te dio ese viaje maravilloso,
sin ella nunca hubieras partido,
y ahora ya no tiene nada para darte.

Y si ahora la encontrás pobre, no es que te haya engañado:
con la sabiduría y experiencia que ganaste,
ya entenderás de sobra qué significan todas estas Itacas.


Ulises y las sirenas en una pared de la calle Chile esquina Perú, año 2006 d.C.

En resumen: el viaje es la meta, la meta es el viaje.
La vida es lo que está en el medio.
Y el más generoso de los deseos es: que tu viaje sea largo.

Con cariño,

El Equipo de Proyecto Tiresias

Stencil: foto de Antonio Vazquez Brust en Metrosis.
Imagen y traducción: Seikilos


Bonus: el instante en el que Ulysses y sus amigos Pete y Delmar encuentran a las sirenas lavando ropa en un río de Mississipi. Véanlo, pero tomen sus precauciones.